Se puede decir más alto pero no más claro: el aparcamiento libre en superficie tiene los días contados en el centro de las ciudades. Los nuevos principios de movilidad urbana sostenible avanzan imparables en las grandes capitales, con Europa en la punta de lanza.
La idea de aparcar en el centro, por lo general tras una larga búsqueda por parte del conductor del vehículo y con no pocos problemas (tráfico añadido, más contaminación, pérdida de tiempo útil, etc.) pertenecerá muy pronto al pasado. Para no volver.
Los ayuntamientos han decidido tomar cartas en el asunto, siempre con medidas disuasorias contra el tráfico en las capitales. Esto también puede hacerse fomentando el transporte público y soluciones no contaminantes como la bicicleta. Pero no es suficiente.
La nueva movilidad urbana
Algunas capitales han optado por lo que se puede definir como un tratamiento de choque. Sobre todo, restringiendo el tráfico del vehículo privado en el centro. Londres fue pionera en esa iniciativa, pero hay otra gran ciudad que ha tomado la delantera: Oslo.
Los rectores de la capital noruega han reparado en algo que todos conocemos, aun sin admitirlo: el 30 % de los coches que circulan por una ciudad en realidad están buscando aparcamiento, porque aún creen en ese improbable milagro: una plaza libre y gratuita.
Los nórdicos, tan amigos de las soluciones simples y tajantes, han reaccionado a esta realidad privando al centro de Oslo de todas sus plazas de aparcamiento en superficie. El proceso ha comenzado y es imparable. Otras ciudades se sumarán a esta atrevida decisión.
¿Y qué se hace con el espacio ganado en la calzada?
Los noruegos también lo han tenido claro. Están transformando las antiguas plazas de aparcamiento en calles más anchas y con más capacidad para absorber tráfico. Y también se han incrementado el carril bici.
Esta clase de medidas tiene siempre un elevado impacto en la psicología del habitante. Y de ahí directamente en su comportamiento. Un conductor que no encuentra aparcamiento está mucho más animado a buscar la alternativa en el transporte público.
Las nuevas calles de Oslo, y también de aquellas ciudades que se van sumando a este proceso, tienen una nueva palabra para definirse: coexistencia. Son vías más amables, al hacer compatible el paseo a pie o en bicicleta con un tráfico más moderado.
No se pueden ignorar tampoco los beneficios ambientales de esta medida. Según un estudio de la Universidad de UCLA, en Los Ángeles, cada conductor emite cada año a la atmósfera 730 toneladas de dióxido de carbono mientras busca aparcamiento en la ciudad.
Copenhague es otra de las grandes ciudades europeas que ha impuesto restricciones al aparcamiento gratuito en el centro. Como consecuencia, el porcentaje de habitantes que van en coche al trabajo ha descendido seis puntos, del 22 al 16 %. Elocuente.
Los parkings, la alternativa
Y, claro, todas estas medidas de control del tráfico y lucha contra la contaminación tienen incidencia en otras actividades asociadas. Ninguna decisión económica es inocua y tampoco la restricción del aparcamiento.
Una consecuencia directa de esta imparable tendencia será el incremento del valor de las plazas de garaje subterráneo en el centro. Por ello, la inversión en plazas de parking se aproxima a una nueva edad de oro, de máxima rentabilidad.
A las virtudes reconocidas de la inversión en plazas de aparcamiento, como la facilidad de mantenimiento y la seguridad de una rentabilidad media, se une ahora el incremento de demanda que provocan las decisiones para restringir el parking gratuito.
Se acabaron las posibilidades de aparcar en el centro
Las ciudades cambian, mutan de piel y abren con ello la puerta a nuevas oportunidades. El final del aparcamiento libre es una gran oportunidad si eres propietario de una plaza de parking en el centro.