La micromovilidad mediante vehículos eléctricos ligeros como bicicletas o scooters es pieza clave en el camino hacia la movilidad sostenible. Por suerte ha llegado para quedarse en las ciudades de todo el mundo, pero éstas ni estaban preparadas ni están respondiendo con rapidez al actual y constante crecimiento de estos modos de transporte. Faltan las infraestructuras básicas para favorecer la Micromovilidad y de momento sólo se ven algunos carriles bici en algunas calles.
Del mismo modo que la ciudad se adaptó al coche cediéndoles el uso de nuestras calles y construyendo aparcamientos en superficie y bajo tierra, ahora es el momento de favorecer a scooters y bicicletas eléctricas. Hasta ahora se veían obligados a compartir aceras con frágiles peatones y calles con peligrosos vehículos motorizados. Con las nuevas regulaciones estará penalizado circular por aceras o zonas peatonales con multas de hasta 200 euros.
No solamente se trata de carriles para circular, también la falta de aparcamientos específicos es una barrera para la Micromovilidad. En la 1ª jornada de Barcelona Micromobility Talks de 2020 se desveló que la mayoría de las personas consultadas en el último barómetro sobre movilidad demandan áreas de aparcamiento delimitadas para potenciales servicios de sharing de patinetes eléctricos. Sin estacionamiento es difícil que las personas usen sus propios vehículos de micromovilidad, especialmente en ciudades densas en las que escasean los garajes particulares.
Las ciudades deben respaldar el éxito de los programas de micromovilidad eléctrica ofreciendo soluciones de parking seguro para bicicletas y scooters, ya sean privados o de uso compartido.